Sólo una cosa es más dolorosa que aprender de la experiencia, y es, no aprender de la experiencia.

 

Otro año con vida, otro año que me deja experiencias, lecciones que tal vez no pondré en marcha la próxima vez, pero al menos me abrieron un poquito más el panorama de la vida. Como cada año, hago el recuento de los daños, porque mentiría si dijera que todo fue felicidad, todos los años siempre hay cosas que suceden que me hacen descubrir un punto débil nuevo en mi, pero a la vez un punto que se convierte en fortaleza y que probablemente se desvanezca en un montón de años más.

Si contara todos los momentos y los días en los que sonreí, sin duda reúno ilimitada alegría en éste año que se me escapó. Subí en una nube y me dejé caer en picada, tal como lo sé hacer, para que lo que doliera, lo hiciera fuerte pero una sola vez.

Y aquí sigo, ahora con un año más de experiencia, con más sombras que antes, pero menos miedos por vencer. Con cambios radicales, más internos que externos como los solía tener, pero sigo siendo yo, la que vuela, aunque el viento no esté a favor.