Primera llamada.
Segunda llamada.
Tercera llamada…comenzamos!

Hora del intermedio.

Como una obra de teatro, justo así me parece que se ve todo. Todos somos actores en escena, siempre actuando lo mejor posible para que el desenlace sea “extraordinario”. Todos quieren un final inolvidable, yo no, yo solo quiero un intermedio. Uno de 10 minutos en el que deje de actuar y pueda preocuparme por mi egocentrismo existencial.
Uno en el que el público va a estirar las piernas, a echar el cigarrito, a lo que sea necesario para regresar y seguir de expectador de la interpretación.
Aunque en mi obra no hay expectadores, ni siquiera se han vendido entradas para la función, en mi obra, solo existen actores. Buenos, malos, que más da, todos tienen su papel.

Y quiero mi intermedio, necesito un intermedio, despues de éste, continuará la función, seguira el desarrollo de la obra, pero no tendra desenlace, en mi obra no existen los desenlaces, ni felices, ni tristes, ni dramaticos, simplemente desheche ese esquema de mi obra. Mi vida.

La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.