El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.

 

Los 25 se me fueron de las manos, el tiempo pasó como un pestañeo, como un suspiro corto y sin regreso. Poco puedo recordar de este tiempo gastado, mi buena memoria parece ya no ser tan buena. No recuerdo el  sin fin de sonrisas que me regalaron los 25, el sin fin de momentos. Pasó como si no hubiera existido.

Sin embargo, aquí sigo, justo en el mismo lugar donde estaba en esos 25, en una vida con rumbo definido pero sin velos de novedad. Parece como si no hubiera sucedido, esos días nunca existieron.

Y llegaron los 26, y todo parece volverse más lento, más apático, más incierto. Poco he podido disfrutarlos, poco he podido experimentarlos, pero aún queda tiempo para hacerlo, para vivirlos. Aún no los siento míos, aún no.

Hay días que me pregunto ¿dónde quedó mi comedia tragicomusical? Esa que me despertaba muy temprano para desbalancear mis días. Se ha perdido, creo. Ya no hay punto y seguido, ya sólo hay puntos suspensivos…