¿Verdad que no hay nada más dulce y bello que una historia de amor en la que los protagonistas viven un sinfin de momentos, comparten sus vidas, hacen promesas y al final terminan juntos para siempre? (¡Si lo hay!)

Las verdaderas historias de amor no tienen un final feliz, en la que los protagonistas “viven felices para siempre”, estos esteriotipos de principes azules y bellas princesas no son verdaderos.

Como siempre lo digo, la realidad es la mejor compañera, y las historias de amor pocas o casi ninguna vez terminan con un final feliz. Las historias de amor verdadero, puro, de ese amor intenso que te cala hasta en los huesos, que te roba el oxigeno en cada respiración, son las que siempre terminan abruptamente. Son de esas historias de amor en las que ese  amor puede convertirse en odio en un segundo, en desamor, esas son las que valen la pena.

Esta claro que ese sueño surrealista de encontrar al “amor de tu vida”, con el que pasaras el resto de tus dias suena tentador, pero son simples fantasias. No hay nada como amar sin condición, sin ataduras, con intensidad y pasión, vivir cada uno de esos momentos buenos, malos, amargos como si fuera el último de tu vida, para que cuando llegue el tan temido “adiós” haya valido la pena y queden los bellos recuerdos.

De esos amores intensos, de esas historias de amor sin final feliz, mi favorita es la de Frida Kahlo y Diego Rivera. Ellos tan entregados el uno al otro, tan pasionales, tan únicos, esas son historias de amor que valen la pena mencionar.

Pero siempre existe en una relación (cualquiera) quién ame más que el otro, jamás se puede llegar a una medida equitativa, siempre alguién da más que el otro, siempre alguién recibe más que el otro, pero idealizar es subjetivo, si amas, amas con todo tu ser y sobretodas las cosas, Frida en este caso fué la más entregada y también la más lastimada. Adoro leer las cartas de amor que le escribió a Diego, al leerlas pareciera como si Frida no duraría un segundo de vida sin su amor, Diego.

Jamás, en toda la vida, olvidaré tu presencia. Me acogiste destrozada y me devolviste entera, íntegra. En esta pequeña tierra y dónde pondré la mirada? ¡ Tan inmensa, tan profunda! Ya no hay tiempo , ya no hay nada. Distancia. Hay ya soló realidad. Lo que fué, y fué para siempre!

Ese fragmento de una de las cartas de Frida a Diego representa eso que es (y deberia ser) el amor. Entrega total, hasta que el final llegue.

Pero el final solo es un acto más de la historia, el amor no termina, no se acaba, no este tipo de amor, el desmedido. Con todo y final, el amor no termina, es simplemente la antesala para que ese amor se convierta en el tormento de toda una vida. Y con el paso del tiempo, de los años, de las personas, de otros momentos, nunca termina.

Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar. -Frida Kahlo