A veces no nos dan a escoger entre las lágrimas y la risa, sino sólo entre las lágrimas, y entonces hay que saberse decidir por las más hermosas.

– Maurice Maeterlinck

 

 

Para madurar uno debe dar pequeños pasos, hacerlo poco a poquito, disfrutando de todas esas experiencias que nos regala la vida, aunque a veces esten llenas de tintes dramaticos o melancolicos. Madurar es tomar decisiones, de esas que te duelen en lo más profundo del corazón pero que sabes que son inevitables. Madurar es enfrentar las consecuencias de las decisiones que tomamos, sean buenas, malas o peores.

Pero de madurar yo no podría dar una cátedra, sin duda me hacen falta muchas vivencias, muchas experiencias, muchos dolores, muchos tropiezos para poder estar cerca de lo que significa ser una persona “madura”, aunque si bien es cierto, cada persona madura en forma diferente, de acuerdo a los momentos que lo han marcado. Madurar también es saber cuando es el momento indicado para dejar ir y esa es de las decisiones más difíciles de tomar. Madurar es enfrentar esos demonios que te detienen y te frenan para tomar esas decisiones que quisieras no tener que tomar. Me gusta tomar decisiones, pero a veces también cansa, duele. Una vez tomada la decisión, que venga lo que me haya deparado la vida.