Cuando miras a una persona, cuando la miras de verdad puedes ver el 50% de lo que es. Querer descubrir el resto es lo que estropea las cosas.

-Mi vida sin mi.

Los extraños son como fuegos artificiales en el cielo, de esos que te asombran al verlos por primera vez, de esos llenos de colores y formas extraordinarias, pero si en realidad nos dieramos cuenta que esos fuegos artificiales estan hechos de un explosivo, no pensariamos que hay tanta belleza en ellos. Y justo así sucede con los extraños que llegan a nuestras vidas.

Generalmente nos da panico conocer a alguién, conocer quién o qué son, sus miedos, sus debilidades, su pasado, y nos da miedo no porque no aceptemos su realidad, sino porque nosotros tenemos esos mismos miedos, esas mismas debilidades, ese mismo pasado y puede que ellos tampoco acepten nuestra realidad.

A veces me pregunto si es mejor quedarse con primeras impresiones, no querer hondar en la vida de los extraños, no obtener más información, preservar sólo “lo que se ve”. No preguntar.

Pero, ¿cómo se llega a conocer a alguien, a un extraño, para que deje de serlo?

Con libertad.

De esuchar y no juzgar. De hablar y no inferir. De compartir y empatizar. Yo digo.

Pocas son las personas que dejan a un lado el miedo y se abren, pero bueno, abrirse no es sencillo, toma tiempo, mucho. En ocasiones ni el tiempo es un aliado.

Nunca llegamos a conocer por completo a las personas, pero no es necesario, siempre deben quedar secretos en cada uno, momentos que solo guardamos para nosotros mismos.

So, hello extranger.