23. Pocos, muchos, suficientes. El tiempo jamás se detiene, nunca lo hará. Siempre he tratado de acumular la mayor cantidad de recuerdos para ello. Al final todos somos recuerdo, decía Diane Arbus. En este segundo mientras trato de escribir esto, todo ya se ha convertido en recuerdo. Y de eso están llenos los pensamientos, las vidas, el tiempo, yo, tú. El existencialismo y la búsqueda del “quién soy” con el paso del tiempo deja de ser algo primordial, las experiencias logran que las actitudes y la extravagante personalidad madure, deje de ser ambigua y logre tener un único motivo: ser.

Nunca me he resistido al paso del tiempo, siempre lo convierto en un aliado, pocas veces me abstengo de pensar en ello, simplemente es como debía ser.

Innumerables experiencias, situaciones, sentimientos, ideas, pensamientos, amores, desamores, alegrías, tristezas, pedazos de vida son las que se encierran en esos dos números, dos números que tan solo miden los segundos que dura mi respiración, solo eso, no mi febril estancia en este espacio, en este momento.

Y es solo con el tiempo que los cambios llegan, que los sueños se realizan, es solo con el tiempo que logramos descubrir que nuestra estancia en este universo, en esta vida en préstamo fue lo que soñábamos tener.

Sin titubear, sé que mi vida hasta ahora ha sido extraordinaria, no podría quitarle o aumentarle situaciones, y lo es porque la he podido vivir, porque es mía y porque mi corazón es quien ha sido mi guía. Desearía que todos se supieran libres, libres de pensamiento, de corazón, de decisión… solo así lograrían disfrutar la sensación de vivir a plenitud sin arrepentimiento alguno, tal como debería ser.